Crónicas de una mente distorsionada I - Presentación
Nuestra mente tiene poder sobre nosotros. Nos afecta de diferentes maneras; cuando sentimos que nos encontramos en peligro, nos mantiene alerta, en vilo, lo que nos ayuda a sobrevivir; cuando vemos a una persona de nuestra estima, inunda nuestro cuerpo con hormonas que nos llenan de felicidad; pero también, puede ser la causante de cosas terribles. Mi nombre es Francis. Francis Cotard. Como el síndrome de Cotard, esa horrible enfermedad mental que hace que uno piense que está muerto, pero no. Para su sorpresa 《y mi tranquilidad》, y aunque mi apariencia probablemente diga lo contrario, no estoy muerto. Diría que sólo es un chiste de mal gusto de mi abuelo pero él emigró del viejo continente antes de que esto se conociera.
De todos modos, eso no es lo que me aqueja. Si bien es cierto, soy paciente de una institución mental, o al menos lo era, en lugar de este particular padecer, fui diagnosticado con Esquizofrenia Paranoide, puede sonar espectacular pero no lo es tanto. Al menos no en un principio, cuando lo que oyes sólo son sonidos sin sentido, que no están allí. Por supuesto que no están allí, sólo son parte de los juegos burdos de mis fallidas conexiones neuronales, y claro está que nadie puede oírlos. Sólo que algunas veces no estoy muy seguro al respecto.
Creo que en cierto punto, los demás también lo sienten, sólo que temen admitirlo, no se atreven a enfrentar las cosas que oyen y, según ellos, son parte de la imaginación; aunque en el fondo sepan que están allí, que estas cosas son reales y que, aunque estén en sus pensamientos, son tan claros y tangibles, como el rocío en la mañana. Como la gota de sudor fría que recorre su espalda en este momento, mientras hacen un esfuerzo increíble por evadir esas imágenes y autoconvencerse de que esas cosas no existen. Que Ellos no existen. Que están presentes sólo en las pesadillas de los niños. Al menos si fueran niños tendrían una razón para aceptar el miedo y apropiarse de él. Pero por el momento sólo pueden conformarse con negarlo.
Ahora que estamos en confianza ¿acaso sólo yo puedo verlos y oírlos? ¿sabes? a veces, cuando los oigo, me gusta pensar que todos en el lugar son capaces de hacerlo pero temen enfrentarse a estas aberraciones, afirmando que nuestro cerebro es capaz de crearlas, y pretenden no sentir siquiera su presencia.
¿Tu no puedes verlos? ¿No los oyes? ¡espera un momento! ¿Oíste eso? estoy seguro que sí. Pero no te preocupes, de todas formas no pueden hacerte daño. No pueden, no son lo suficientemente fuertes aún. Por el momento continuarán observándote por las ventanas durante las noches. Suspirando a tus espaldas cuando te encuentres en soledad. Regocijándose en la oscuridad mientras te mientes a ti mismo, cuando los miras fijamente, y tratas de buscar una explicación lógica para la situación. No les temas, tan sólo son Ellos ¿Recuerdas? ¿Qué podrían hacerte? la verdad es que no lo sabemos, y por ahora, sería mejor no averiguarlo.
De todos modos, no les des poder. Tarde o temprano lo tendrán pero aún no es el momento.
Y recuerda; se que puedes oírlos y Ellos también. Ellos lo saben.
Lo saben.
Francis.
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